martes, 7 de abril de 2015

Derechos asertivos ¿Los conoces? (Parte 1)

Todo el mundo tenemos unos derechos a la hora de relacionarnos con los demás, de manera que podamos afrontar los problemas que puedan surgir y seamos capaces de defender nuestros intereses sin atropellar a los de la otra persona. Esto es lo que se llama un comportamiento asertivo.

Sin embargo, estamos inmersos en una serie de supuestos erróneos que hacen que nuestras relaciones sean mucho más difíciles. Son ideas que nos podemos creer en mayor o menor medida pero que dificultan mucho nuestra interacción con otros. A lo largo de este artículo y de otros posteriores, iré desarrollándolos .

¿Te reconoces en alguno de ellos?



  1.  Es ser egoísta anteponer las necesidades propias a las de los demás.

    Tan malo es situarte en un extremo como en otro. Tenemos derecho a ponernos en primer lugar algunas veces. La clave aquí está en que nos demos cuenta de que tenemos la posibilidad de elegir, y no dar por echo que siempre tenemos que dejar nuestros intereses de lado.
    También es importante darnos cuenta de que mensaje le estamos mandando a los demás. Si les acostumbramos a que siempre nos hacemos a un lado para que ellos estén bien, llegará un momento en que nuestro entorno nos lo exigirá y nunca nos tendrá en cuenta.

  2. Es vergonzoso cometer errores. Hay que tener una respuesta adecuada para cada ocasión.

    Obviamente a nadie nos gusta el cometerlos, pero tenemos que darnos cuenta de que somos personas y no máquinas, por lo que de vez en cuando nos equivocaremos, y tenemos todo el derecho del mundo a hacerlo. Si a nadie de nuestro entorno le exigimos la perfección ¿por qué nos la exigimos a nosotros mismos?
     

  3. Si uno no puede convencer a los demás de que sus sentimientos son razonables, debe ser que está equivocado o bien que se está volviendo loco.

    Muchas veces habremos escuchado la frase “ No sé porqué te enfadas” o “No deberías ponerte así” ante una situación determinada. Tenemos que darnos cuenta de que somos nosotros los únicos que podemos juzgar nuestros sentimientos y aceptarlos como válidos. No podemos controlar lo que sentimos, por lo que no podemos sentirnos juzgados o criticados por ello. Eso sí, somos los únicos responsables de nuestras emociones, por lo que de nosotros depende el cambiarlas, matizarlas o trabajar con aquellas más negativas que tengamos.


  4. Hay que respetar los puntos de vista de los demás, especialmente si desempeñan algún cargo de autoridad. Hay que guardarse las diferencias de opinión para uno mismo. Escuchar y aprender.

    Tenemos derecho a tener nuestras propias opiniones e ideas, y a expresarlas cuando queramos. Como con todo, la clave está no en imponerlas, sino en expresarlas de la manera adecuada.
    De este modo acostumbraremos a nuestro entorno a escuchar nuestras opiniones. Muchas veces no hablamos por miedo a que los demás nos rechacen, cuando no nos damos cuenta de que, socialmente hablando, es siempre mucho más interesante una persona que expresa sus opiniones que alguien que siempre está de acuerdo con lo que dices.

  5. Hay que intentar ser siempre lógico y consecuente.

    Tenemos derecho a cambiar de idea o de línea de acción sin sentirnos mal por ello. Es normal que nos guste tener una cierta coherencia, pero también tenemos que darnos la oportunidad de ser flexibles, de aceptar otros puntos de vista o, simplemente, a cambiar muchas veces “porque sí”. Y no hay nada malo en ello.

  6. Hay que ser flexible y adaptarse. Cada uno tiene sus motivos para hacer las cosas y no es de buena educación interrogar a la gente.

    Tenemos derecho a la crítica y a protestar por un trato injusto. Cuando algo no nos parezca bien o queramos un cambio, tenemos todo el derecho a protestar.

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