miércoles, 21 de enero de 2015

A vueltas con la preocupación



Cualquier persona a lo largo de su vida se ha preocupado alguna vez por algo, ya sea una situación, una persona, un acontecimiento. Es algo normal, y que nos permite el estar preparados ante lo que pueda venir.

Sin embargo hay veces en que la preocupación puede ser un problema. Cuando no podemos pensar en otra cosa, cuando ocupa todo el espacio en nuestra cabeza, cuando no nos deja dormir, cuando nos pone cada vez más y más nerviosos. Y ahí es cuando debemos actuar para pararla, porque si la dejamos, invadirá todo nuestro día a día.


Se pueden distinguir entre dos tipos de preocupación:

  •  Útil: su propio nombre lo dice. Nos pre- ocupamos antes de que ocurra aquello a lo que nos tenemos que enfrentar. Si tengo un examen en una semana, la manera útil de preocuparme es planificar cómo voy a estudiar en el tiempo que me queda hasta la fecha del examen, enterarme bien de que temario entra, encargarme de tener todos los apuntes..etc. Si tengo un bulto que me parece extraño, lo útil es ir al médico para que me haga las pruebas pertinentes y me diga cómo actuar si es que hay que hacerlo
  •  Inútil: es aquella que tenemos cuando o bien no tenemos nada que podamos hacer o bien todavía no tenemos toda la información disponible. En los ejemplos anteriores, una preocupación inútil sería estar mientras estudio pensando en qué pasará con el examen si apruebo, si suspendo, si me ponen alguna pregunta que desconozco...etc. En el caso del bulto, sería el imaginar que podría ser, el verte con in cáncer o algo peor  antes de acudir al médico  o antes de que te den los resultados.Este tipo de preocupación no te va a portar nada, pero sí que va hacer que tu experiencia sea mucho más ansiógena y negativa

Esta distinción parece muy fácil en frío, pero cuando nos vemos en la situación es difícil el distinguir. Aquí van algunas pautas:

  • Esperar a tener  toda la información necesaria. Muchas veces, nos preocupamos antes de saber las opciones que vamos a tener. Si estamos esperando el resultado de un examen, por ejemplo, no nos sirve para nada pensar en él hasta que sepamos la nota. tenemos que darnos cuenta de que hay muchas opciones posibles y no nos podemos preocupar por todas ( por ejemplo, preocuparnos por que hacemos si aprobamos y tenemos que decidir qué hacer al aprobar el curso y preocuparnos a la vez de qué hacemos si suspendemos) ya que tan sólo va a ocurrir una de ellas
  •  Actuar cuando la situación se nos presente. Es decir, no podremos hacer nada hasta que llegue el momento. Si lo que nos preocupa es una cita con una persona que nos gusta, una vez nos hayamos preocupado de lo útil ( qué ropa llevar, dónde vamos a ir, qué vamos a hacer... etc) no podemos hacer nada hasta que acudamos a ella.
  • Buscar informaciones fiables en las que basar nuestras decisiones. Es decir, acudir a fuentes que sepamos que nos pueden dar una opinión experta. Si lo que me preocupa es el bulto que tengo, de nada me sirve que la vecina me cuente que le pasó a un amigo suyo con un bulto igual, sino que la persona que mejor me puede informar es  un  médico. Otro error que cometemos mucho es buscar en internet, sobre todo con temas médicos. No podemos saber si la información que estamos leyendo es correcta o no y, aunque lo fuera, siempre es mejor que un profesional con experiencia en el tema  como puede ser un médico nos aconseje.


  • No caer en la trampa de "esto es importante". Podemos pensar ¿Cómo no voy a pensar en esto, que es tan importante? Sería un irresponsable si no lo hiciera. Aquí debemos darnos cuenta de que no hay relación entre la importancia de un tema y el tiempo que le dediquemos al preocuparnos por él. A lo largo de nuestra vida habrá decisiones importantes que tomemos en poco tiempo y otras que no tengan mucha importancia pero que nos hayan llevado mucho más.
  • Por mucho que pensemos, no vamos a encontrar la solución buena. Si llevas un buen rato pensando y no has encontrado una solución que te guste, lo más probable es que no exista porque...
  • La solución perfecta muchas veces no existe. Hay veces en que somos capaces de dar con la clave y la solución al problema, pero otras muchas veces tenemos que asumir que hay que escoger la opción menos mala de las que hay.
Es difícil el preocuparse de la manera adecuada. Si vemos que aún siguiendo estas pautas no podemos dejar de darle vueltas a los problemas y que ello nos está afectando, quizá es la hora de acudir a un profesional que nos ayude a controlarla.

Preocupémonos, en definitiva, de manera útil por nuestras preocupaciones.


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