miércoles, 3 de diciembre de 2014

Problemas de alimentación en niños

Muchas veces, la hora de las comida con los niños pueden convertirse en un momento desagradable tanto para padres como para el propio niño. Por un lado, el niño aprende a asociar la comida con un momento desagradable del día, mientras los padres se desesperan buscando nuevas estrategias para conseguir que éste coma.

Aquí van una pautas generales que pueden ayudar a que este momento sea más agradable

  • Muy importante, armarnos de paciencia y no perder la calma. El que adquieran los hábitos que queremos es una carrera de fondo, en la que debemos mantenernos constantes en el objetivo que nos hayamos marcado. No se puede pretender conseguir todo en un día.

  • Es importante ir introduciendo poco a poco alimentos nuevos en su dieta, acostumbrándole a que pruebe de todo. Hay que prestar atención a la conducta que vean en los padres, ya que tenderán a imitarles. Si papá o mamá no comen nunca pescado es difícil que se convenza al niño para que éste lo coma.


  • Hacernos a la idea de que el que coma cosas nuevas o que adquiera la habilidad de comer solo va llevarnos su tiempo, los atajos nunca son buenos. Si estamos intentando, por ejemplo, que pase a comer comida sólida, pero le trituramos todo porque se lo come más rápido, estamos haciendo que cada vez le sea más difícil el dar el salto a lo sólido. Lo mismo ocurre si le damos de comer en vez de dejar que practique con los cubiertos. Vamos más rápido, pero nunca aprenderá a usarlos.

  • Parece de sentido común, pero muchas veces se nos olvida. El niño debe llegar con hambre a la hora de la comida. Si antes ha comido cualquier otra cosa, es muy difícil que coma aquello que nosotros queremos. Si tiene “chuches” o caramelos, que las tome después de haber comido, de manera que las vea como una recompensa. Así, también evitamos que las coma en exceso, ya que tendrá mucha menos hambre.


  • Si hay un alimento que rechaza, podemos condicionar algo que le guste mucho a la ingesta previa de dicho alimento. Por ejemplo, si no le gusta el puré pero le encanta el yogur, le dejaremos probar una cucharada de yogur cuando haya comido una de puré, para posteriormente ir aumentando las cucharadas de puré necesarias para conseguir el yogur.

  • Es importante prestar atención a aquello que queremos que se repita, ya que por lo general solemos hacer todo lo contrario. Así, cuando está comiendo estamos haciendo otras cosas y cuando no come es cuando estamos encima de él. Lo más útil es recordarle con voz tranquila cuando no lo esté haciendo que tiene que comer (y no prestándole mayor atención después) y cuando lo haga, reforzarle con halagos, hablando con él....etc.


Si observarnos que los problemas persisten, y tras haber descartado una causa médica que haga que éstos existan, un profesional puede ayudarnos.
Un psicólogo puede evaluar al niño de manera individual y elaborar una serie de pautas más específicas que permitan a los padres saber cómo enfrentarse a estas situaciones, de modo que las comidas vuelvan a ser algo placentero para todos, y no una continua lucha.

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